Blancos, rosados y tintos, por este orden componen la oferta de vinos de Abona, definirlos es complicado, puesto que es un producto original: personales, armónicos, bien conjuntados, con infinidad de matices aromáticos en los que predomina un acento mineral, definiéndose como “volcánicos”.
- Nuestros blancos son aromáticos, con matices a flor de almendro, acacia o lichi, además notas tropicales: plátano, mango, maracuyá o guayaba, de graduación alcohólica media-alta y buena conjunción de sabores y a pesar del cálido clima, una equilibrada acidez natural, que les da redondez en boca.
- Los rosados recuerdan a los blancos, de hecho son elaborados por “sangrado” de uvas negras y siguiendo los procedimientos de elaboración de vinos blancos. Tienen matices a frutas rojas, grosellas o cerezas, en boca son redondos y equilibrados.
- Los vinos tintos son de capa fuerte, intensos, con matices a fruta pasada: ciruelas, uvas o higos, con buen cuerpo y graduación alcohólica media-alta.
El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Abona registra y controla 19 bodegas elaboradoras y embotelladoras, que en vendimias normales procesan alrededor de 2 millones de kilos de uvas.
Tres bodegas son Sociedades Cooperativas y el resto son medianas bodegas particulares gestionadas por sus propietarios, con una producción variable de 10.000 a 70.000 litros.
La moderna tecnología se ha impuesto en la totalidad de las bodegas, contando con los más modernos sistemas de producción, estabilización y embotellado. Depósitos de acero inoxidable, modernas prensas de membrana, estrujadoras de rodillos, filtros rotativos, sistemas de control automáticos de las temperaturas de fermentación, modernos grupos de embotellados, son algunos de los elementos que disponen las bodegas acogidas a la D.O. de diferentes tamaños, según su capacidad.
El resto de la tecnificación de las bodegas se está logrando gracias al apoyo de la Administración que tiene abiertas las líneas de ayuda para la modernización de las instalaciones y equipamientos.